Hace unos meses. Luis Enrique sacaba un Excel indicando que era una de las mejores selecciones de Europa, en comparación con Francia, Italia, Bélgica o Alemania. Resaltaba el hecho de llegar a semifinales y finales, aunque no llegaba a levantar ningún título. Semifinales en la Euro 2020, finalista en la Nations League de 2020, 1º de grupo en la clasificación al Mundial de Catar y clasificado a la Final Four de la siguiente Nations League. En resumen, es como si el Atlético de Madrid sacara pecho de perder dos finales de Champions o el Valencia en la época de los Baraja, Albelda y Cañizares; que también llegaron a dos finales de la máxima competición europea.

El problema comenzaba con la lista de convocados. Todos jóvenes, todos nuevos, los únicos con experiencia larga y tendida en estas lides eran Jordi Alba y Sergio Busquets. Ahí decía, “coño, lleva a Sergio Ramos aunque esté en el banquillo. El Mundial de Sudáfrica lo ganamos con Pepe Reina en el banquillo, y fue fundamental”. Eso añadido a llevar a la mitad del FC Barcelona, equipo que está más que de capa caída. Equipo que ha perdido el norte y que no encuentra el futuro de su club, pero que era la base de esta selección (entiendo que en 2010 se llevara a la mitad del Barça, eran campeones de todo y la mayoría españoles, porqué no íbamos a llevarles).

De todas formas todos confiaban en Luis “Padrique”, el seleccionador streamer, después del 7-0 marcado a Costa Rica. Un partido que si vemos las estadísticas nos muestra que, básicamente, jugaron contra 11 monigotes costarricenses, ni se presentaron. Todo el mundo decía: “Bueno, de aquí a semifinales mínimo”. Contra Alemania, vimos la primera medida de fuego: empate a 1 y sin saber tirar a puerta. ¿Dónde estaban los treinta y pico tiros lanzados contra Costa Rica? “Bueno, era Alemania y era entendible que fuera tan ajustado, así que no vamos tan mal”. Pero, entonces nos bajó los humos una joven selección que en cada Mundial lo hace mejor: Japón.

Muchos dirán que fueron 10-15 minutos de locura japonesa, en los que llovieron los disparos, pero dominó España todo el juego. Bueno, “dominar”. La posesión no sirve si no se dispara a puerta. El día que den puntos por controlar la pelota España será pentacampeona del mundo, pero por ahora valen los goles. Ahí, el VAR nos brindó la locura. 1,88 mm que eliminaban a Alemania, dejaban a Japón primera de grupo, y España no sabía ni donde estaba. Fue espectacular cuando fue ganando Costa Rica  a Alemania que nos eliminaba. Esa selección a la que le endosamos el famoso 7-0, la mayor goleada de la Roja en los Mundiales, casi nos deja fuera. Y demos gracias a esos goles que se clasificaran.

“Bueno, casi mejor. Nos quitamos a Brasil, Argentina y a Croacia. Y encima nos enfrentamos a Marruecos, ¿quiénes son?” Ay, amigo, que ciegos estábamos. El dato que marcó la eliminatoria fue que Marruecos solo había encajado 1 gol en todo el Mundial, y ese gol fue en propia puerta. Nadie se dio cuenta de ese detalle de la selección que dejó fuera a Bélgica, eterna favorita en los últimos años. Así sucedió, dominando la posesión, muchos pases, pero en ese 20% de posesión de los norafricanos habían creado más tiros a puerta que España. Llegaron los penalties y se acabó lo que se daba.

Todavía en la rueda de prensa, se autoelogiaban los jugadores, diciendo que habían dominado, casi que Marruecos no había hecho nada por ganar. Que los penalties son una lotería. Si, una lotería que te ha echado del Mundial sin meter ni un solo gol. La conclusión era evidente y se ha conocido esta mañana. Ante la desestimación de Luis Enrique de dar un paso atrás después de no conseguir nada, la Federación le ha invitado a marcharse por la puerta. Ahora solo queda esperar a la Final Four de la Nations League para volver a ver si merece la pena la nueva Selección y si nos volvemos a ilusionar, porque, “Bueno, no vamos tan mal, ¿no?”.