Desde hace ya bastante tiempo, cada vez que tengo alguna conversación de ámbito político relacionada sobre el futuro del Partido Popular, vengo haciendo alarde de una previsión que con cada nuevo acontecimiento que ocurre, parece estar más cerca y más clara. Y es que al fin y al cabo, al igual que Pablo Casado recogió las riendas del mandato de los azules con un pie ya metido en el pozo, y con muchas palas de arena por recibir, su compañera Isabel Ayuso ha ido cosechando victorias una tras otra, aumentando su reconocimiento, como si se tratase de la leyenda del Cid Campeador reconquistando la península.

La historia es simple. El crecimiento de Ayuso causa miedo e inseguridad entre los altos cargos del partido (que una vez más nos demuestran como su propio culo vale más que bienestar común), lo cual les lleva a reaccionar de forma equivocada, emponzoñando aún más su ya malherida imagen. Y así lo ha hecho la cúpula del PP, ya que varios medios han sacado a la luz una investigación de espionaje interna en la que sus propios compañeros, han tratado de descubrir cualquier tipo de prueba que dinamitase la carrera política de la madrileña.

Según parece, tras el éxito de Díaz Ayuso en las elecciones madrileñas, la inseguridad comenzó a difundirse entre los altos cargos del Partido Popular, como si de envidiosos adolescentes de instituto se tratara. Así fue como decidieron iniciar una investigación por sus propios medios, que procuraba encontrar irregularidades en un contrato de compra de mascarillas FFP2 y FFP3, que hubiera resultado en el beneficio económico de Tomás Díaz Ayuso, el hermano de la protagonista de la historia. Pero como dicha investigación no sirvió de nada, optaron por escalar la magnitud de ésta.

Para ello dieron el paso de ponerse en contacto con varias agencias de detectives, pero tras tantear el tema, terminaron descartando esta opción por miedo a que se hiciera público, sin siquiera saber que ya habían cometido el error. Desde una de las propias agencias, se fue filtrando la información de una persona a otra, hasta que finalmente terminó llegando a oídos de Ayuso, quien no dudó en ponerse en contacto con Génova para reprocharles haber entrado a un juego tan sucio contra alguien de su mismo equipo.

¿Y qué hizo el PP en este momento? Obvio, seguir arrojando la mierda a los lados mientras perjuran que sus manos están limpias. Evadieron toda responsabilidad señalando con el dedo a otras instituciones como son la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo (sobre la cual quiero sincerarme, pero eso ya irá en otro artículo), o la Empresa Municipal de Transportes. Aunque tiempo después, no se ha encontrado prueba alguna de que estas instituciones participasen en ninguna trama de espionaje, para contra de los populares.

Ahora bien, ¿Qué sacamos de esto? Los hilos parecen seguir moviéndose en favor de una enaltecida Ayuso que cada día está más cerca de hacerse con el mando de su partido, ante la degradada y diminuta imagen de un Pablo Casado, que dando sus últimos pasos de su carrera política, solo puede ver como pierde autoridad, llegando a complicarse demasiado su acceso a las próximas elecciones.

Tengo curiosidad por ver la próxima campaña electoral que va a desarrollar el PP, pues va a ser un juego de tronos en toda regla.